miércoles, 30 de mayo de 2007

Un exiliado en su propio país

Un exiliado en su propio país

La aventura de Miguel Littin Clandestino en Chile, es un reportaje escrito por Gabriel García Márquez en base a las experiencias de un hombre que decidió contar una historia desde el lugar mismo de los hechos.

Miguel Littin, es un director de cine que a partir de la dictadura de Augusto Pinochet tuvo la prohibición absoluta de regresar a su país. Pasaron doce años para que Miguel regrese a su Chile que tanto añoraba, pero no lo hacía porque había terminado la dictadura sino porque quería mostrar al mundo, a través de un documental, la atrocidad de una dictadura y cuanto daño esta le había hecho a su patria.

Littin contrato a equipos de filmación de Francia, Italia y otro país europeo con el fin de realizar la grabación de las escenas que él quería para su proyecto. Además, debió cambiar su apariencia física y aprender el acento uruguayo para tratar de pasar desapercibido mientras realizaba su trabajo, se convirtió un exiliado dentro de su propio país.

La compañera en su aventura, fue Elena una joven militante de la resistencia chilena que era la encargada de realizar los contactos con las personas claves para que hablen sobre las experiencias vividas en la dictadura. Bajo la mirada de los carabineros, Littin recorría las calles, lugares históricos de Chile, trataba de hablar con la gente para saber la opinión que tenían sobre la dictadura pero eran reacios hablar porque no querían meterse en problemas

Fueron muchos los riesgos que corrió para filmar los adentros de su país y sentía mucha rabia por no poder ser quien en verdad era, hasta que llegó donde su madre con quién pudo ser Miguel Lititin sin necesidad de ocultar su identidad por miedo a ser encarcelado.

Luego de un trabajo arduo, todas las filmaciones estaban en España en espera de que su arquitecto llegue para darle forma a todo lo que estaba impreso en las cintas que contarían la verdad de una dictadura. Littin se fue de su país con la sensación del deber cumplido y con la satisfacción de que todos los que habían participado en su locura estaban a salvo bajo una democracia.


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